jueves, 3 de abril de 2014

— Cinco —Dijo el jaguar

Parecía surrealista lo que estaba ocurriendo en las pantallas de tv aquel CINCO de abril. Kenya Fujimori, sumo pontífice de los injertos y lumbrera del hampa, notificaba a los tele-invidentes de este país que, a partir de la fecha, la mesa de partes de Palacio de Gobierno se trasladaba al SIN de su secuaz Montesinos. 

Esa noche y días siguientes, varios constitucionalistas, senadores, diputados y todo académico que se preciaba de serlo, tenían la certeza que se trataba de un atropello a la dignidad de la clase política. Todos los que han pisado las aulas callejeras de las luchas por recuperar la democracia tenían conocimiento del artículo 307 de la Constitución de 1979 –la famosa cláusula pétrea–; el mencionado artículo 307 dice: "Esta Constitución no pierde su vigencia ni deja de observarse por acto de fuerza o cuando fuere derogada por cualquier otro medio distinto del que ella misma dispone".  
 
La clase política lanzo la consigna de todos a la calle, pero quedaron huérfanos de apoyo, Kenya Alberto consolidó su poder al convocar un congreso constituyente y con ello la pantomima de legitimidad de su gobierno, legitimidad que era tan solida como la defensa del intigas. Uno de los que arengaba “todos a la calle”, era el Premio Nobel de Literatura: Mario Vargas Llosa. Pasaron los años y la mayoría de ellos han terminado por cruzar el umbral de la defensa del Estado Constitucional de Derecho a defender ardorosamente solo el capítulo económico de la constitución de 1993. 
 
El premio nobel ahora es el garante oficioso de una calamidad llamada Ollanta, el jefe de campaña de Nadine 2021; y será, qué duda cabe, el primer agitador de las masas para salir a defender la (otrora impresentable) constitución de Kenya Alberto.  
 
¡Cómo han cambiado los tiempos!  
 
En cuatro—dijo la C93—
 
Villa El Salvador, 2 de abril del 2014
 
 
EDWIN CONDORI LETONA
Villa El Salvador

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