Parafraseando la frase expresada por la
primera dama me pregunto ¿por qué es tan común ver tanta corrupción en el Perú?
Nuestros jóvenes se asquean al ver cotidianamente desde el pago de una coima a
un funcionario público hasta un “faenón” por la adjudicación de una compra
estatal ilegal y a pesar de su rechazo, la corrupción sigue avanzando. Los que
pintamos canas nos hemos acostumbrado a vivir entre ella y muchos prefieren
callar, agachar la cabeza o peor aún acomodarse para justificar su existencia.
La razón se llama “Impunidad”, el concepto de que aquí no pasó nada. Un acto de
corrupción se tapa con “un gol de Pizarro” o con “una virgen que llora” y
listo, se libró el corrupto.
Esto sucede cuando en una sociedad se
relativiza lo que es correcto y se pierden los valores fundamentales. Incluso
hay quienes “valoran” de acuerdo a sus conveniencias el nivel de un acto ilegal
y cuando les conviene lo pasan por alto con total descaro e impunidad. Hace
poco me tocó vivir una experiencia al respecto: el pasado 27 de octubre realicé
una denuncia porque el gerente municipal de Lima utilizó recursos de la comuna
limeña para insultarme y amenazarme (“peculado de uso” y “abuso de autoridad”)
y, para mi sorpresa, la alcaldesa Villarán me envió esta semana un oficio
expresando que las injurias y amenazas vertidas por Miguel Prialé Ugás no
constituyen falta alguna. Entonces alcaldesa bajo ese criterio ¿habría que
comenzar a cambiar las sanciones legales por supuestos “golpes de pecho” contra
todo aquel que cometa un delito? ¿Por qué encubrir un acto doloso? ¿Más
impunidad?
Hace unas semanas, conversando con un
capitán en retiro de la Policía Nacional, me contaba que después del gobierno
de transición sus compañeros pensaron que su situación cambiaría, que se
revalorizaría a nuestra policía y sin embargo ocurrió un sorpresivo proceso de
compra de uniformes y zapatos para el personal policial que dejó mucho que
pensar y dio mucho que hablar, pues este capitán todavía recuerda el rostro
aterrado de su esposa al ver cómo esa camisa de uniforme le generaba molestas
ronchas en el cuerpo debido a la pésima calidad de la tela utilizada así como
que los zapatos que se adquirieron y que los policías llamaron “chavitos”,
hacían más difícil su servicio al producirle hongos en los pies.
Es decir, se volvió a fustigar la dignidad
de buenos policías por autoridades que supuestamente estaban allí para
defenderlos, y como siempre, nada pasó, no hubo responsables, los policías no
podían denunciar el hecho o los invitaban al retiro y esas “autoridades”
seguirían participando en puestos del Estado, como si nada hubiera pasado.
¿Recuerda usted, querido lector, quién tenía el cargo de “Defensora del
Policía” en esa época? Susana Villarán, la hoy alcaldesa de Lima. Asimismo,
¿recuerdan que en esos años todo proyecto de desarrollo se detenía por los
“exagerados e ineficaces” plazos de revisión del famoso SNIP, los cuáles
prácticamente paralizaron las obras de inclusión social a favor de los más
pobres del país? ¿Saben quién era por entonces el director del sistema nacional
de inversión pública, SNIP? Miguel Prialé Ugás el hoy gerente municipal de
Villarán. El mismo funcionario que utilizó ilegalmente los recursos municipales
para amenazarme, pretendiendo acallar mi labor fiscalizadora y quien es el
principal responsable junto a Susana Villarán del caos, la inseguridad, la
inacción y el desorden por el que pasa la ciudad de Lima. ¿Tan difícil es
caminar derecho?
Los artículos del autor pueden
ser leídos en su Blog “La Mochila de Jaime” http://mochiladejaime.blogspot.com/
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