sábado, 29 de octubre de 2011

INCLUSIÓN SOCIAL o Contra la Pobretología (I)

“Hay tres formas de mentir: Las mentiras descaradas, las medias verdades, y las estadísticas” (Anónimo)

Pensé titular este artículo “Contra la Estadística”, pero la Estadística es una ciencia respetable y extremadamente útil, cuando se la sabe usar. Como toda herramienta debe ser utilizada de acuerdo a sus propias reglas. Si tomo un martillo por la cabeza en vez de por el mango, mi capacidad de colocar un clavo en su lugar queda por lo menos obliterada. Si trato de usar una computadora para que piense por mí, me encuentro con esa famosa frasecita sobre las computadoras: Confiables, Exactas, Estúpidas e Imbéciles, o el conocido SISO: “shit in, shit out”. Para transportar una aspirina puedo emplear un portaaviones, y la aspirina será transportada, aunque de manera bien poco efectiva. En la Estadística hay deformaciones que no proceden de sí misma, sino de su empleo para apuntalar objetivos políticos. En diversas ocasiones hemos señalado los grandes problemas que hay alrededor de las Estadísticas aplicadas en el Perú. Como arma política es sumamente interesante, de cara a la opinión pública de la ciudadanía. Creemos, por ejemplo, que la pobreza ha disminuido, aunque cada gobierno ha añadido su batiburrillo a las labores de recolección de información, su interpretación y difusión de acuerdo a sus muy particulares intereses. Es muy bacán si como gobierno podemos decir que se redujo la pobreza, o que el analfabetismo ha sido erradicado. Sin embargo, si rascamos un poco debajo de la superficie encontramos algunos hechos poco felices, que atemperan cuando menos el optimismo.

Medir Pobreza y medir Inclusión

La Inclusión Social y la Pobreza son temas complejos. Que hay relación entre ellos, es obvio, pero cuál pueda ser ésta no está claro. Empecemos por la Pobreza: Su medición es uno de esos hechos poco felices en los que se toman decisiones sobre la base de la publicidad de indicadores confundidos con Valores y Variables, y Variables confundidas con las Definiciones Operativas, Nominales y Reales, y éstas últimas a su vez confundidas con Conceptos. Así si resulta que este mes gastaste 50 céntimos más que el anterior, saliste de la Pobreza. Ello, que linda con el absurdo proviene de confundir un indicador con un concepto, y éste con una situación. No sabemos quién determinó una cifra y no otra como límite, ni por qué ni cómo, aunque supongo que debe haber muy buenas razones. Además está la cuestión de la foto y la película: Yo puedo tomar un momento determinado justo antes de que suban precios, y decir abusivamente que la pobreza bajó porque el indicador tal bajó, y atención, no es que eso sea necesariamente falso, es apenas falaz. Si al día siguiente de que anuncié con bombos y platillos la reducción de la pobreza resulta que suben los alimentos o combustibles, tendría que rehacer toda mi ecuación, y corregir lo dicho, porque el gasto de 50 céntimos, uno, dos o cinco soles de más ya no corresponde al nivel de precios con el que se hizo el primer cálculo. De hecho, los cambios en los niveles de precios, qué obvio, tienen que modificar los valores del indicador de un año para otro, de un mes para otro, e incluso de una semana o día para otro/a. Si yo anuncio hoy que la pobreza bajó porque bajó el indicador de gasto, y mañana suben los precios de subsistencias o combustibles, y no modifico la información, pues digo la verdad cuando digo que el gasto es mayor, pero con los precios de ayer, no los de hoy. Tengo entre manos una información real, pero manipulada e interpretada de manera sesgada para dar la impresión que avanzamos. Y eso empieza a lindar con el engaño.

El 16 de Octubre fue el día internacional de las personas con discapacidad, y además es día nacional de la educación inclusiva. Como quiera que estas efemérides nos importan y están en relación directa con el tema que nos ocupa, debiéramos tratar de ellas a la luz de lo mencionado. ¿Cómo medimos la Inclusión Social? ¿Qué relación tiene la Pobreza con la Inclusión? He aquí un debate que seguramente es muy académico, pero que debería interesarnos, pues de lo que saquemos en limpio determinaremos acciones a tomar.

De donde salen los Indicadores

Los Indicadores salen de determinadas Variables a través de las cuales se determina la presencia o no de una determinada situación. Decimos que el nivel de gasto mensual que las personas realizan es un indicador razonablemente confiable de su nivel socioeconómico. No es descaminado. Es obvio que cuando hacemos un gasto priorizamos ciertas cosas antes que otras, salvo que estemos medio chiflados. Por lo general comemos antes de comprarnos una casa, y entonces de la variación de ese nivel de gasto se puede deducir la situación de los pobres. Si gastas más – precios ceteris paribus, es decir, si gastas más con precios iguales – es porque sin duda mejoras tu calidad de vida, eso es bastante obvio. El dato puede asumirse con moderado optimismo, sobre todo si ese aumento es constante en el tiempo y no sufre decrecimientos notables. El indicador mide un valor en dinero, que si aumenta indica que el número de pobres baja, y si disminuye indica que el número de pobres sube. Y de ahí sacamos los porcentajes a los que tan aficionados somos.

La Variable del Gasto es entonces importante para medir, y seguramente se eligió porque hay mucha economía informal y subterránea, y medir los ingresos resulta muy difícil. Pero ¿qué es la Pobreza, o qué es ser pobre? ¿Y qué relación tiene con la Inclusión Social? Normalmente para llegar a los Indicadores hemos tenido que pasar por todo un proceso que “baja” desde el Concepto, pasa por la Definición, llega a una Definición Operacional, de ahí a Variables, para culminar recién en los indicadores.

Concepto de Pobreza

INEI, cuya página consultamos, reconoce que medir la pobreza es un tema complejo. Se relaciona con diversos conceptos opuestos, como la riqueza; o con conceptos complementarios y traslapados, como por ejemplo el “estatus” o la “insatisfacción”, que se relaciona con la percepción de las propias necesidades. Las necesidades humanas son extraordinariamente complejas, con rasgos objetivos y subjetivos, no es solamente que yo sea pobre si no tengo plata, también la sensación manda. Una persona se puede sentir más pobre porque no puede subvenir su necesidad de llenar la piscina por ejemplo, y esa sensación lo puede llevar a percibir que “baja de nivel”, pues no puede, efectivamente, satisfacer la necesidad de bañarse cuando hace calor. La sensación de carencia es, pues, importante. Pero hay también el aspecto objetivo, sobre todo si se vive en un clima muy caluroso, y la ausencia de piscina puede implicar la muerte por deshidratación. Y los muertos no gastan. El 89 % de la población sobreviviente del Perú se computa a sí misma como Pobre, según Encuesta Nacional de Hogares. Es una interesante discusión académica, si bien soslaya, como todos los conceptos, las situaciones concretas, porque ser pobre es una cosa, y la Pobreza en cuanto idea o concepto es otra. Aterrizar el concepto para los estadísticos resulta muy complejo, porque prefieren tratar con generalidades. No es que esté mal, es que simplemente en medio del tráfago intelectual y matemático se pierde la perspectiva humana.

Se agrava entender el concepto de Pobreza se agrava cuando tratamos de describirlo. Si hablamos de necesidades básicas, entonces cuáles son las no-básicas. La alimentación es definitivamente importante, pero el mantenimiento de la Salud, la calidad de la vivienda, la posesión de vestido y abrigo, el acceso a la educación, la capacidad de ejercer ciudadanía, el acceso a los derechos humanos, etcétera pueden ser considerados en sí mismos o en relación con la ingesta de alimentos o cualquier otra idea. Es que según las condiciones te puedes morir o enfermar tanto si no comes como si comes mal, o hace demasiado frío y estás a la intemperie o sin ropas adecuadas, o sin las vacunas correspondientes. Las condiciones de vida presentan facetas interrelacionadas: Si gozo de salud, es porque mis requerimientos nutricionales están más o menos cubiertos, pero si no puedo solventar el costo de las vacunas o el tratamiento de accidentes o enfermedades estoy complicado. Vivienda es toda cosa con techo, pero si no tengo desagüe mi posibilidad de enfermar aumenta, y si gasto en sanarme limito la compra de alimentos. La vulnerabilidad es, por ende, otro concepto vinculado. Se puede vivir al borde de la pobreza en determinado contexto, pero si soy vulnerable puedo perder fácil ciertas condiciones mínimas de vida.

No es demasiado difícil catalogar a una persona pobre. El problema es clasificar a grandes cantidades de personas como tales, lo que es necesario si tratamos de tomar decisiones con recursos escasos. Hay que cuantificar, saber cuánta gente es pobre. Y por eso tenemos que discutir qué significa ser pobre. Por lo que hemos visto, INEI detiene su preocupación en este punto, y en sus documentos públicos salta directamente a los métodos de cuantificación. Es como si nos dijeran que, bueno, el problema es complejo, no nos corresponde a nosotros más que las malas noticias, así que lo que necesitamos es un método simple, pasar por alto la discusión sobre la Definición Real, que es medio filosófica, e irnos de frente a una definición nominal, que entendemos mejor y nos permite avanzar. Ahí nos dicen que la premisa es que hay pobreza cuando una o más personas muestran un nivel de bienestar inferior al mínimo necesario para la sobrevivencia. Qué sea eso de la sobrevivencia queda una vez más en el aire. Parece a veces que cuando de estadísticas se trata nos apuramos en pasar a la tranquila superioridad de los números, y olvidamos que los números sirven para medir algo, y que si ese algo lo dejamos en la nebulosa pues entonces nos faltará precisión y focalización. Definir la pobreza por la sobrevivencia no parece que sea adelantar algo. También los presos de los campos de concentración Nazis sobrevivían. Pero lo cierto es que dejar de discutir nos ahorra saliva y palabreo, y ahí la dejan.

Definición Nominal de Pobreza

Ya que eres pobre si no sobrevives, que es lo que nos dice, podríamos jocosamente decir que eres pobre si ya estás muerto, pero que si no te has muerto todavía es probable que no seas pobre, y eso significaría que estás en un nivel de bienestar superior al de la línea de sobrevivencia. A la vez podríamos decir que puede que no estés muerto, pero sí en proceso de morirte, precisamente porque estás por bajo la línea de supervivencia. Yo me sospecho que eso se puede medir usando esa cosa estadística denominada “expectativa de vida”, que es cuánto tiempo vivirías si las condiciones que presidieron tu nacimiento se mantienen. Lo interesante de esta definición nominal es que nos proporciona una línea de pobreza, es decir una línea que puede medirse considerando las condiciones en las que saldrás de la situación de candidato a la fosa, hacia una situación de bienestar, signifique eso lo que signifique.

Es interesante el nivel valorativo que se subraya: El bienestar se mide en la medida que puedes sobrevivir o no, entendido como que alcanzas una edad respetable. Si sobrevives, es porque tienes un nivel de bienestar, y no eres pobre. Y si te mueres, es porque no tienes el nivel de bienestar requerido para la sobrevivencia, te mueres antes de lo que debes, y por eso eres pobre. Tengo la sensación que aquí hay un razonamiento en círculos. No soy estadístico, pero me parece un tanto circular y simplón considerar que si te estás muriendo es porque estás por debajo de los niveles de bienestar. Los conceptos de bienestar, sobrevivencia y pobreza en apariencia no han sido considerados a cabalidad, probablemente por la urgencia de dar una cifra con la que se puedan hacer cosas. Los estadísticos no son malos chicos, solamente es que ven las cosas en términos de escalas y números. Atraquemos con esto provisionalmente.

Cuantos pobres hay

Se trata entonces de hallar Variables, de preferencia solamente una o dos, significativas y manejables, de modo que trabajemos menos para llegar a lo que queremos. Hay tres métodos de medición internacionalmente reconocidos: Línea de pobreza (LP), Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI) y el integrado (I), que combina las dos anteriores. Hagamos el análisis correspondiente. En 1997, en América Latina, doce países empleaban el LP, ocho el NBI, y siete el Integrado. El indicador de marras que se ha publicitado hasta el extremo para decir que somos menos pobres proviene obviamente del método de Línea de Pobreza.

El empleo de uno u otro método depende de la definición de pobreza, que ya hemos visto presenta algunas falencias conceptuales. LP se basa en el consumo privado, en tanto que NBI se orienta hacia la inversión pública y privada, y el consumo público. Así, a vuelo de pajarraco, parece que integrar ambos resulta ser más informativo, desde que las personas no se mueren solamente por no tener plata, sino porque puedes tenerla y no haber hospital, o carreteras para producir una oferta nutricional más equilibrada. Se elige un método por razones prácticas metodológicas y de proyección demográfica y económica. Veamos qué pasa con el método Integrado al clasificar a los pobres: Pobres crónicos - grupo más vulnerable con al menos una NBI e ingresos o gastos por debajo de la línea de pobreza; Pobres recientes - los que tienen sus NB satisfechas pero sus ingresos por debajo de la línea de pobreza; Pobres inerciales - los que tienen al menos una NBI, pero con ingresos o gastos por encima de la línea de pobreza; y por último los Integrados socialmente, - no tienen necesidades básicas insatisfechas y sus gastos están por arriba de la línea de pobreza.

Aunque en teoría en el Perú empleamos el método Integrado, solamente escuchamos hablar de Pobres y Pobres Extremos, lo que sugiere una especie de conspiración de silencio para no mencionar ese tema lisuriento de Pobres Crónicos, Estructurales, Recientes o Inerciales. El dato de reducción de la pobreza que todos manejamos proviene de un indicador del método LP, y así pasamos olímpicamente por alto problemas conceptuales graves, como el de la separación entre políticas económicas y sociales. Según parece, optamos en el pasado por mantener “cuerdas separadas” en tal sentido, con el efecto perverso de la estigmatización de la pobreza, y el contenido ideológico anexo de que si el pobre es pobre es porque se lo merece. Además, privilegiar la LP pasa por agüita caliente la estructura económica, e introduce coyuntural como el tipo de cambio. Otro problema más, bastante práctico, es que el Método Integrado siempre registra mayor cantidad de pobres que si solamente trazamos una raya en el piso. Un indicador basado en una Línea de Pobreza rinde más réditos políticos, o sea permite administrar más jarabe de pico a la población y hacerle creer que la pobreza disminuye, aunque tengamos un déficit de infraestructura enorme, como de hecho es el caso del Perú.

Ah, las definiciones

Maquillar es fácil si se sabe cómo, y aprovecha la ignorancia estadística de la población o la candorosa confianza en los liderazgos políticos. Ir de la definición nominal a la operacional de manera “conveniente” es uno de los tantos procedimientos de hacer la finta que existen en nuestra patria. Tomemos el caso del concepto “hacinamiento”, que indica cuántas personas viven en una habitación. En Bolivia la cifra es 2.5 personas, y hay hacinamiento. Pero en el Perú para que una habitación esté hacinada requiere de cuatro personas. La cantidad de indicadores también cuenta. Bolivia considera la salud un NBI, por ejemplo, pero el Perú no. Es decir, si gastas no eres pobre, pero igual te morirás porque el Hospital más cercano está a 30 kilómetros de distancia a campo traviesa. Pero cuando comparamos nuestras cifras con las bolivianas, les ganamos, claro que con el árbitro a favor y con arcos de diferente tamaño. Pero ganamos, aunque no se puede comparar sino en los mismos términos, y si para los peruanos el hacinamiento es mayor, y no consideramos la Salud como NBI, pues siempre podremos hacer la finta que “estamos mejor” que Bolivia, aunque no se consideren ni los mismos factores ni las mismas cantidades operacionalizadas. Así convertimos a Bolivia en nuestro tradicional premio consuelo, aunque como está empezando a fallar, siempre nos queda Haití.

Los organismos internacionales

Ya hemos visto que si todos medimos como nos da la gana, entonces nuestras cifras no pueden compararse impunemente. Los organismos internacionales emplean sus propios modelos por sus propias e inescrutables razones, pero parece que algunas de ellas se ajustan a sus necesidades, que no a las nuestras. El Banco Interamericano de Desarrollo (BID), por ejemplo, emplea la LP, que divide a los Pobres en Pobres ExtremosPobres No Extremos, y No Pobres. Para hacerlo compara el ingreso con la LP para definir la magnitud de la pobreza, determina el costo per cápita diario expresado en dólares, define el valor de la LP, y el valor de la LP total, y luego califica a los hogares. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) emplea también una variante de la LP. Parten de una línea de pobreza extrema metropolitana que corresponde al valor de una canasta básica de alimentos metropolitana. La línea de pobreza extrema del resto urbano es asumida como el 95% de la línea de pobreza extrema metropolitana y la línea de pobreza extrema rural equivalente al 75% de la misma. La línea de pobreza total urbana es asumida como el doble de la línea de pobreza extrema, y la línea de pobreza extrema total rural es igual a la línea de pobreza extrema aumentada en 75%. Los hogares son calificados con los mismos criterios que sigue el BID. Quizá esto tenga algunas ventajas, al emplearse un criterio objetivo de cierto interés, el valor de una Canasta Básica. Por otra parte es obvio el sesgo urbano. El Banco Mundial (BM) compara el consumo con las líneas de pobreza. Para poder hacer comparaciones válidas, ajusta los datos de los países a dólares per cápita diarios en términos de precios internacionales, según la paridad del poder adquisitivo. Así define una línea de pobreza internacional, considerando pobres a los que viven con ingresos por debajo de dicha LP. Esto tiene la virtud de normalizar la data y poder comparar a los diversos países, cosa que ya vimos no se puede hacer con las cifras de cada Institución nacional.


Primer Colofón

Esto hace que nos preguntemos por qué, si existe la información para comparar, y las diversas cifras obtenidas por diversas metodologías, tenemos que asumir como criterio de reducción de pobreza uno y solamente uno, y además aquel que posee menos elementos de objetividad. No decimos tampoco que sea negativo, pero lo cierto es que su empleo ha tenido dos efectos en la Opinión Pública: Uno, dar la sensación de que estamos realmente superando la pobreza, y que por ende las políticas económicas establecidas desde los tiempos del fujimorismo tienen sentido, y Dos, el de invisibilizar el tema de la Inversión Pública en Necesidades Básicas Insatisfechas, con lo que se le encaja el problema de ser pobre a la población. Es decir, si eres pobre, es tu culpa. 

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